Un pintor inglés pintó esto en 1841. El cuadro se llama “Amanecer después de un naufragio”.
Turner quería pintar una luz tan absoluta, que cuando se apagara hiciera desaparecer también al
mundo.
En la misma época y a miles de kilómetros de allí, los fortines del hombre blanco peleaban la
guerra contra el indio.
Desde que vi el cuadro por primera vez, nunca distinguí el mar, pero sí, de alguna manera, el
naufragio.
Para mí siempre será la tierra inmensa de la pampa, que en cada amanecer sigue borrándonos a
todos, los vivos y los muertos, con su luz.
El mar y la pampa se parecen.
Se abren de repente y se engullen a los hombres, de los que solamente queda un rayo
sanguinolento por el alba.
Esta es la historia de Antígona Vélez, cantada por unos músicos que, como el perro del cuadro,
aúllan a la tierra la historia de un naufragio.