A veces la belleza nos pega en la boca, y si es verdadera siempre es instantánea, a primera vista. El talento de Gala Pérez Iñesta como música es indudable, y no seré yo quien repita aquí lo que gente experta ya ha dicho. Pero como montadora puedo asegurarles que la mirada de su Antígona ha sido uno de los planos más difíciles de cortar de mi vida. Me sigue produciendo, todavía hoy, una calma y una emoción que le agradeceré a Gala siempre: esa mirada no puede escribirse en un guión, no puede explicarse ni mucho menos pedirse.
Como la belleza, como el amor, te ataca de improviso y te deja encandilado por los faros, como si fueras un ciervo sorprendido por la muerte.