–El movimiento da al hombre una sensación de poder tal que olvida hacia dónde se dirige– le dice una cabra a otra viendo pasar un tren.
–Yo los he visto perdidos, huyendo sin predador, como si la naturaleza los hubiese bendecido sin temores, pero el cuerpo, en cambio, se los pide–
-¿El cuerpo les pide un predador?- pregunta la pequeña.
–En la noche pretérita– continua la sabia – el hombre tuvo su predador. Lo llamaban Herauco. Era un animal sencillo, de cuatro patas, como tú y como yo.
Pero al hombre su mirada lo juzgaba, y el humano se moría solito, ahí, frente al Herauco.
Por no luchar para obtener su alimento, los herauco se volvieron débiles y enfermaron. Fue entonces cuando los hombres se multiplicaron.
–Ahora su cuerpo lo recuerda– dice la Cabra –Huyen lo más rápido que pueden y evitan mirar a los ojos. Creen que son cobardes, pero no lo son. Algunos, de hecho, se dicen temerosos de Dios, que es el sobrenombre que le han inventado al pobre Herauco.-
–No hay nada más triste que el olvido– dice la cabrita mientras ve alejarse el tren, a lo lejos.
#herauco
